Cada profesional tiene la
ineludible obligación de convertirse en medio ejecutor del imperativo
categórico de su investidura. Para ello debe disciplinar sus actuaciones
técnicas y científicas, perfeccionar su carácter y fortalecer su conducta
dentro de las normas éticas. Este es el medio más apropiado para realizar una
verdadera actuación.
La Ética Profesional no es más
que una aplicación especial de la Ética General. Esta ayuda al profesional a
obtener un alto grado de conducta ética, permitiendo que el profesional pueda
conocer el resultado de sus acciones, tener conciencia de los requerimientos de
la sociedad en que vive, a respetar la ley divina, la aceptación del deber, la
obligación de actuar correctamente en todo tiempo y el reconocimiento de las
normas de conducta ética de la sociedad en que se desenvuelve.
En este trabajo abarcaremos
todo lo concerniente a la Ética en las Relaciones Públicas haciendo hincapié
fundamentalmente en los deberes y responsabilidades del Relacionador Público.
El Relacionador Público
lleva sobre sus hombros el precio de graves deberes y de hondas responsabilidades,
pues de él depende la imagen que se formará la opinión pública de la empresa
para la que trabaja.
El Relacionador Público
debe ser un hombre de conciencia capaz de amar el cumplimiento del deber por
encima de las ganancias materiales, ventajas o provechos personales.
Está en la obligación de
hacerse con una buena conciencia, instruyéndola con esmerada escrupulosidad,
formándola en los sanos principios de la moral, trabajando por conservar su
rectitud nativa por el camino de una obediencia constante y fiel.
Finalmente el Relacionador
Público está obligado a amar la verdad, a dedicarse plenamente a tratar de
proyectar una imagen favorable que gane la aceptación del público y a practicar
el bien en todas sus gradaciones.
Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.
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