Los
mercadólogos tienen una variedad de herramientas promociónales a su
disposición. Para hacer uso efectivo de ellas, la venta personal, la publicidad
y otras actividades promociónales de una empresa deben formar un programa
promocional coordinado dentro de su plan total de marketing, es decir, que los
elementos que comprenden la promoción fueran parte de un esfuerzo de
Comunicación Integrada de Marketing (CIM), un proceso estratégico utilizado
para planear, crear, ejecutar y evaluar la comunicación coordinada con el
público de una organización.
La
CIM comienza con una labor de planeación estratégica ideada para coordinar la
promoción con la planeación de producto, la asignación de los precios y la
distribución, que son los otros elementos de la mezcla de marketing. En la
promoción influyen, lo distintivo que sea un producto y si su precio planeado
está por encima o por debajo de la competencia.
El
planteamiento del CIM adopta la postura de que un cliente o prospecto se expone
a muchos fragmentos o pequeñas partes de información sobre una compañía o una
marca. Cierto es que algunas de estas partes diseñadas y presentadas por el
mercadólogo, pero otras, posiblemente la mayoría, provienen de otras fuentes.
Estas fuentes comprenden experiencias personales, opiniones de otros y
comparaciones hechas por los competidores en su publicidad. Sobre la base de
toda esta información, el individuo hace una evaluación y se forma un juicio.
Para
ello hay que prever las oportunidades cuando el auditorio meta se vea expuesto
a la información acerca de la compañía o de la marca, y transmitirle
eficazmente el mensaje apropiado en esas “ventas de oportunidad”.
Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.
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