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miércoles, 9 de noviembre de 2011

PRENSA EN ESTADOS UNIDOS

Durante más de 150 años, los futuros Estados Unidos fueron colonias de población, más unidas a Inglaterra que entre ellas mismas. Así, la prehistoria de la prensa norteame­ricana se desarrolló en la Gran Bretaña entre 1622, fecha de aparición del primer periódico inglés, y 1704 cuando apa­reció el primer periódico norteamericano duradero.

En las sociedades rurales sólo se imprime la información sobre el mundo exterior: para los pioneros, ésta se encon­traba a semanas de barco de vela. Los primeros editores fueron encargados de correos que al mismo tiempo, como impresores, publicaban sin mucho orden recortes de perió­dicos londinenses atrasados. Pero incluso estos mediocres esfuerzos irritaban a los poderes establecidos: desde su nú­mero inicial, el primer periódico publicado en 1690, en Bos­ton, fue prohibido por las autoridades locales. En esa mis­ma ciudad, comercial y cultivada, apareció en 1704, con la bendición oficial, el News Letter de J. Campbell; después, en 1721, un verdadero periódico, bien escrito e independien­te, el New England Courant, de James Franklin. Su hermano, el genial Benjamín, se fue a Filadelfia, para fundar el Pennsylvania Gazette (1729). Muy pronto la prensa apareció en Virginia y en Maryland.

Los impresores fueron relevados por una joven élite que, en la línea de la tradición inglesa, convirtió la prensa en un arma. Así, en Nueva York, los radicales utilizaron el Weekly Journal de J. P. Zenger contra un gobernador despótico.

Zenger fue encarcelado pero un jurado le absolvió (1735): el principio de la libertad de la prensa quedaba establecido. La actividad de las colonias se desarrolló y con ella los cen­tros urbanos y también el servicio de correos. Los bi y tri­semanales se multiplicaron. Se leían incluso fuera de las grandes ciudades, muy especialmente en los establecimien­tos de bebidas.


La independencia

Una ley británica, la Stamp Act, que gravaba todos los documentos legales e impresos, desencadenó en 1765 la ba­talla contra el autoritarismo y el mercantilismo de la Gran Bretaña, lanzando a la prensa a esa lucha1. Los periódicos «patriotas» difundieron las ideas revolucionarias. En cuan­to a los partidarios de Inglaterra pronto fueron silenciados por el populacho.

En 1776, las colonias declararon su independencia y, por primera vez en el mundo, un Estado —Virginia— proclamó en su Constitución el derecho a la libertad de la prensa. Sólo existían 39 periódicos. Después de la victoria, la joven nación se organizó. La idea de una confederación había sido considerada ineficaz, por lo que la Constitución de 1787 instauró un poder central fuerte; pero su ratificación sólo se obtuvo por sus partidarios prometiendo diez Enmiendas (la Declaración de Derechos, 1791). La primera es de una impresionante concisión: «El Congreso no promulgará nin­guna ley que restrinja la libertad de palabra o la libertad de prensa…». Este artículo constituyó la base jurídica que hizo posible la expansión de los medios informativos en Estados Unidos. Comunicaciones mediocres, prensas de imprimir manua­les, papel caro, público reducido: los periódicos no podían desarrollarse. Los almanaques anuales y los panfletos te­nían mayor difusión que los efímeros periódicos, que rara­mente tiraban más de 500 ejemplares. Sin embargo, una minoría adinerada tenía necesidad de informaciones comer­ciales y marítimas: el primer diario que logró pervivir fue un periódico de anuncios, el Pennsylvania Packet and Ge­neral Advertiser (1784).


La prensa políticamente comprometida

Desde el final de la guerra, la prensa patriota se había escindido. De cada cinco diarios, cuatro eran «federalistas» y al servicio de las gentes ricas: preconizaban el orden y el respeto de los contratos. Al contrario, «los demócratas-republicanos» defendían a los granjeros independientes y reclamaban el respeto de los derechos individuales. Sus pe­riódicos respectivos se insultaban entre sí; aquella libertad de prensa entonces única en el mundo incurría en graves excesos. Jefferson consideraba que en los diarios aparecían, sobre todo, mentiras. Sin embargo, jamás retiró lo que había escrito en 1787: «Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos, o periódicos sin gobierno, no vacilaría un momento en elegir la segunda proposición».

Los federalistas intentaron amordazar a la oposición por las Alien and Sedition Acts (1798), pero la opinión pública los alejó del poder. Después, tras la guerra de 1812-1815, las pasiones políticas se apaciguaron.

En 1820 había 512 periódicos (de los que 24 eran dia­rios); en 1826 había 900. Los Estados Unidos contaban en­tonces con más lectores de periódicos que ninguna otra na­ción, pero esos lectores pertenecían a la clase política y rica. Las tiradas más elevadas no excedían de 2.000 ejemplares. Las revistas dominaban la prensa. 


 Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava edición

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