Es obvio que nuestros antepasados prehistóricos
debieron contar con algún medio de comunicación, quizá no verbal,
sino mediante gestos y movimientos
corporales y que después debieron desarrollar la comunicación verbal
por medio del lenguaje hablado.
El origen del lenguaje es uno de los enigmas
que difícilmente resolveremos en un futuro cercano. Como pasa con la mayoría de
los “orígenes de las cosas”, hay muchas teorías pero ninguna comprobada.
A continuación mencionaremos las más importantes. Quizás no sea ninguna de
estas, y probablemente hasta que no podamos viajar al pasado no tendremos una
respuesta definitiva. Mejor, así usamos nuestra imaginación.
La primera división
en las hipótesis, está marcada por la creencia en teorías divinas o
evolucionistas.
La hipótesis divina del origen del
lenguaje nos dice que Dios le otorgó al hombre la capacidad de dar nombre a
todos los seres de este mundo (libro del Génesis).
En cuanto a las evolucionistas,
todas las hipótesis, pese a sutiles diferencias, concuerdan en que el habla apareció por la necesidad de
comunicarse. Los impulsores de estas teorías dicen que es muy posible que el
lenguaje haya aparecido en la era de Neandertal, y que con el Homo
sapiens se haya desarrollado más vertiginosamente. Las diferencias entre
los evolucionistas:
- La teoría
onomatopéyica afirma que el hombre comenzó a hablar imitando los sonidos de
su alrededor, como los que producían los animales o los distintos elementos que
estaban a su alcance.
- Para los
filósofos griegos, el origen residía en que las palabras o sonidos
asignados, eran similares a lo que se quería representar, y entonces era algo
“natural”.
- La teoría de la repetición sugiere que el
habla pudo haber estado en un principio estrechamente vinculado al esfuerzo
físico. Es a día de hoy que cualquier actividad corporal que implica el uso de
mucha energía nos hace emitir sonidos involuntariamente. Entonces, cuando se
requería repetir tal esfuerzo físico, se cree que se comunicaban imitando el
sonido que espontáneamente salía al hacerlo.
Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R.,
Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.
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