Gracias a la recuperación
económica que Estados Unidos experimenta en la década de los cincuenta y a la
miseria y devastación que se sufre en Europa como consecuencia de la II Guerra
Mundial, el mercado norteamericano monopoliza la mayoría de los avances y
descubrimientos en el campo de las telecomunicaciones. En este contexto nace la
televisión por cable.
En Estados Unidos la televisión
se había convertido a inicios de la década de los cincuenta en un fenómeno
social asombroso. Comenzaban a comprobarse las aptitudes de este medio para
atraer a las masas y los beneficios que tal don podría reportar a otros
sectores como la publicidad o incluso la política. Pero la complicada y extensa
orografía norteamericana no permitía que la señal de televisión de las grandes
ciudades, que contaban con las emisoras de mayor renombre y prestigio, llegase
a todas las zonas rurales o simplemente alejadas.
Este hecho provocó las
protestas y la decepción de las pequeñas poblaciones, que pese ha tener sus
propias emisoras locales, aspiraban a disponer de las mismas ventajas
comunicativas que los núcleos urbanos situados a unos 80-100 Km. de distancia.
Tal situación afectaba también a los vendedores de aparatos de televisión, que
veían como sus ingresos se estancaban o incluso reducían debido al desencanto
de su público; mientras, en las ciudades, la venta de aparatos se constituía
como uno de los negocios más rentables.
De este modo, y debido a la
situación mencionada, la televisión por cable nace como una iniciativa privada,
como una solución al escaso nivel de ventas de aparatos de televisión. Los
vendedores de Astoria (Washington), organizaron una cooperativa, sin ánimo de
lucro, que instaló una gran antena de recepción en lo alto de una colina. La
señal hertziana "capturada" era posteriormente redistribuida a los
hogares de la población mediante un sistema de cable. Estas antenas, denominadas CATV
(Community Antenna Tv), se popularizaron rápidamente y su uso proliferó en
diversas zonas: Oregon, West Virginia, Pennsylvania.
Pero la cultura americana,
marcada por su carácter liberal y capitalista, pronto daría un giro a este
servicio comunitario. En Landsford (Pennsylvania) varios propietarios de
tiendas de electrodomésticos pusieron en marcha la iniciativa mencionada, pero
introdujeron una substancial diferencia: En este caso se constituyeron como una
empresa privada de servicios y redistribuían la señal mediante el cable a
cambio de una cuota mensual. A partir de este momento, la iniciativa del cable
como servicio comunitario pasaría a convertirse en un servicio privado a
terceros a cambio de una contraprestación económica.
Además del incentivo que
supusieron las barreras orográficas y la avidez de los usuarios por tener
acceso a mayor número de canales de televisión, hay que prestar atención a
otros fenómenos que contribuyeron en el desarrollo de este sistema televisivo.
En primer lugar, debemos hacer referencia a la situación legislativa del
momento. La FCC, Federal Communication Comission, había iniciado una política
de restricción en la concesión de frecuencias para el desarrollo y creación de
nuevas emisoras locales. Esto era debido al hecho de que se estaban produciendo
las primeras interferencias. El espectro hertziano se encontraba sobrecargado,
pues durante los últimos años, la mencionada demanda del público americano
había ocasionado la creación de un sinfín de emisoras locales.
Tal restricción fue un
incentivo para que apareciesen empresas como la de Landsford, que se dedicaban
a capturar las señales procedentes de los grandes núcleos urbanos y las
redistribuían en las zonas rurales.
Bibliografía:
La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.
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