La
invención del disco ha sido el acontecimiento de mayor repercusión en la vida
musical del siglo XX. Como sucede frecuentemente con los hallazgos de la
técnica, la potencialidad práctica se explica sólo en el momento en que se
crean las condiciones externas favorables a su utilización.
El
perfeccionamiento técnico de los procedimientos de grabación fue seguido
inmediatamente por su explotación a nivel industrial, y con la creciente
accesibilidad económica del producto, el consumo de la música grabada se
convirtió en un gran negocio. Tras la Columbia Phonograph Company, de
Washington surgieron otras casas discográficas en Estados Unidos y Europa. El
fenómeno de la concentración monopolista se vio favorecido por la inestabilidad
económica de los años veinte, mientras que la progresiva creación de mercados
integrados a nivel nacional ampliaba enormemente las posibilidades de venta. Al
disco se unieron muy pronto otros inventos en el campo de la difusión sonora:
la aparición de la radio en el mercado se remonta a 1919, el cine hablado
surgió en 1929; la televisión , en 1936, en 1948-1950 se inventa el disco de
larga duración y la grabación en cinta magnética, y, por último, hacia los '80
nace el compact disc.
El
mercado de los medios técnicos de reproducción sonora fue aprovechado
inmediatamente por el jazz, la canción, la música de baile y los demás
géneros de la música popular y, sólo de forma marginal, se interesó por la
música culta.
En
la actualidad, es posible individuar efectos de gran relevancia sociológica
determinados por la difusión masiva de los productos de la industria musical.
Entre las primeras consecuencias de la "difusión del disco conduce a un
desaliento progresivo del diletantismo musical". Desaparece la figura
del intérprete privado, así como los pequeños grupos de aficionados que se
reunían en la casa para interpretar tríos o cuartetos. El crecimiento de las
ciudades o la imposición de los modelos de la cultura urbana a vastas áreas
campesinas provocan la desaparición de las tradiciones autóctonas de la música,
que pierden su funcionalidad ante los nuevos modelos de comportamiento y, por
la misma razón, se vuelven objeto de una recuperación culta.
La
música deja de producirse de forma activa y se escucha pasivamente, según una
progresiva especialización de papeles entre consumidor e intérprete
profesional. El mercado discográfico ha adquirido un papel fundamental en la
determinación del gusto musical colectivo y, junto a este, la difusión
radiofónica.
En
las décadas posteriores a la II Guerra Mundial, la industria del disco se ha
convertido rápidamente en un negocio de enormes proporciones. La cantidad anual
de ventas de discos de todos los géneros en el mundo ha aumentado en la década
de los sesenta de 700 millones a más del doble (1.800 millones) de copias.
Aunque
se producen fenómenos de concentración monopolista en la industria de la
música reproducida, análogos a los de los demás sectores de la producción
industrial, el repertorio de productos que ofrece la misma es muy variado. De
la canción de consumo a la de protesta, de la música pop a la clásica, hasta la
producción de vanguardia, ningún género musical que disponga de seguidores o
de la posibilidad de adquirirlos se excluye, teóricamente, de la integración a
un mercado que tiende a dirigirse cada vez más a un público diversificado,
sectorial, estratificado según niveles de cultura, de extracción social o,
simplemente, de clases de gusto.
Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R.,
Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.
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