El ser humano siempre le ha obsesionado la idea
de dejar una huella de sus actividades. La memoria visual encontró un soporte
hace milenios -las pinturas de Altamira dan elocuente testimonio de ello -,
pero la memoria auditiva tuvo que esperar hasta el siglo XIX para conocer el
suyo. Del fonógrafo al MINIDisc, pasando por el gramófono y el reproductor de
disco compacto, sólo en un siglo, la reproducción del sonido ha alcanzado su
perfección gracias a las técnicas digitales.
En 1881
Thomas Edison (1847-1931) creó un aparato capaz de transformar la energía
acústica en mecánica: el fonógrafo. Los sonidos se grababan en un cilindro de
cera; para escucharlos, una aguja, unida a un audífono de considerable
diámetro, debía recorrer los surcos para poder recoger las ínfimas vibraciones
allí escritas. En 1888, Emile Berliner (1851-1921) terminó su gramófono, en el
que el cilindro de Edison era sustituido por un disco. Gracias a las válvulas
electrónicas, inventadas en 1925, fue posible amplificar el sonido antes y
después de grabar disco.
Basándose en
una idea lanzada en 1888 por el estadounidense O. Smith, el danés Valdemar
Poulsen (1869-1942) patentó en 1900 el telegráfono, que grababa los sonidos en
un hilo de metal que se desplazaba entre polos de un electroimán.
Nacía así la
grabación magnética. El alemán Pfeumer hizo más práctico el procedimiento al
inventar en 1928 la primera banda magnética con base de papel, a la que
sucedería una banda de plástico recubierta por una capa ferromagnética. A pesar
de estos progresos, hasta la Segunda Guerra Mundial no se perfeccionaron los
procedimientos mecánico y magnético, gracias a los discos de vinilo de los 16,
33 y 45 revoluciones por minuto (1948, disco de microsurcos de larga duración;
1958, disco estereofónico). Para la grabación se emplea un disco de aluminio
recubierto de acetato y buril (rubí tallado) que se desplaza según las
vibraciones sonoras. En 1965, apareció la cinta magnética, con distintos
formatos. Hoy en día, para la grabación del sonido se emplean esencialmente dos
técnicas: la grabación por rayo láser y el procedimiento magnético. Asistimos
también al desarrollo de tratamiento digital de señales por medio de
microprocesador.
El proceso
de transformación de energía acústica en mecánica y magnética se basaba en un
procedimiento analógico. Las vibraciones producidas por los sonidos eran
representadas por surcos y niveles de imantación cuyas variaciones eran
semejantes a las de los sonidos percibidos. En micrófonos y altavoces pronto
hubo enormes progresos. Sin embargo, los soportes, (pre) amplificadores y
cables seguían alternando el sonido original. Los ingenieros intentaron
solucionarlo aplicando el principio del ordenador a la reproducción sonora.
En los
sistemas digitales, se toman muestras del sonido hasta 48.000 veces por
segundo. Las características de cada una de estas “porciones” de sonido se
convierten en largas series intangibles de 0 y 1. El disco compacto y la cinta
de audio digital (DAT) son lo más avanzado en el campo de la alta fidelidad,
además de técnicas como el surround sound (sonido envolvente) y el tratamiento
digital de las señales.
Bibliografía: La dinámica de la
comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava
edición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario