Es importante que se comprenda que una
Estrategia de Comunicación, surge a partir que en una determinada actividad,
hay algo que corregir, que cambiar, algo nuevo que decir, a determinados
públicos y en determinado períodos de tiempo.
Pero a manera de un mejor entendimiento de lo que se trata y de que se comprenda por parte del emisor de una Estrategia todo lo que se requiere para ponerla en práctica, no es ocioso repasar de donde proviene esta eficiente herramienta, si se cuenta con elementos necesarios y un buen diseño comunicacional.
Ese Lean Thinking en el branding, oculta la
insatisfacción y el miedo a perderse en sutilezas. Prefiere que no le cuenten
ni el cómo hemos llegado, ni le molesten con sonsonetes bastante pedantes, la
verdad sea dicha (el “por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa “viene
aquí ni que pintado).
Es Lean Brand Thinking
porque necesita que el consumidor no se vea invadido por consideraciones que
coarten su espontaneidad.
Es Lean Brand Thinking, para dar profundidad intuida
y susurrada a aquello que no la tiene, y que si acercamos demasiado la luz de
la razón podamos ver su miserable falta de sustancia. En fin Lean Brand
Thinking que huye de todo lo que suponga vericueto y riesgo de confusión. Thinking
que se agarra a unas pocas creencias y rechaza todo lo que sea superfluo y
hasta académico. Pocos conceptos, que cobran vida si generan memorables
“emanaciones creativas” que no importa apesten a la luz de la inteligencia.
Bibliografía:
La dinámica de
la comunicación masiva, dominick joseph r., editorial, mc
graw hill, octava edición.
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