Su labor hermenéutica se orienta a
mostrar cómo detrás de la racionalidad y la moral occidentales se hallan
siempre el prejuicio, el error o la mera sublimación de los impulsos vitales.
La «muerte de Dios» que anuncia el filósofo deja al hombre sin la mezquina
seguridad de un orden trascendente, y por tanto enfrentado a la lucha de
distintas voluntades de poder como único motor y sentido de la existencia. El
concepto de voluntad de poder, perteneciente ya a sus obras de madurez, debe
interpretarse no tanto en un sentido biológico como hermenéutico: son las
distintas versiones del mundo, o formas de vivirlo, las que se enfrentan, y si
Nietzsche ataca la sociedad decadente de su tiempo y anuncia la llegada de un
superhombre, no se trata de que éste posea en mayor grado la verdad sobre el
mundo, sino que su forma de vivirlo contiene mayor valor y capacidad de riesgo.
Nietzsche subraya que los códigos morales y las éticas
que estudian o fundamentan estos códigos morales se presentan como desveladoras
de profundas verdades sobre el ser humano. Sin embargo, esta presentación es un
gran fraude de la historia de la humanidad. Es famoso su análisis de la moral
cristiana en el que manifiesta cómo los valores cristianos, por ejemplo, la
humildad, o la compasión, se basan realmente en la hipocresía y en el
resentimiento. Los valores morales son estratagemas de dominio de unos hombres
para otros. Unos hablan de esos valores, los defienden, y se los crean o no,
les sirven de control sobre otros hombres. Pero ninguna moral y ninguna ética
reconocen esto pues es esencial para ellas el ocultarlo.
Para descubrir esas ocultaciones propone Nietzsche un
método que él llama "genealógico". Emprende una "genealogía de
la moral". Se trata de hacer análisis psicológicos y de uso del lenguaje a
partir de textos éticos y morales y de observaciones de conductas morales. Un
ejemplo interesante de ello es el análisis del término "virtud" en
griego (areté). Nietzsche, que era filólogo clásico, demuestra cómo este
término evolucionó en la antigua Grecia de un significado principalmente
asociado a la fuerza y a la habilidad del guerrero, o unido a la destreza en la
ejecución de una obra técnica y/o artística, a una significación principalmente
de tipo moral (virtud como bondad moral).
Para Nietzsche las
morales y las éticas que hacen pasar por "verdaderos" y
"universales" unos valores son "morales de esclavos". Su
propuesta entraña la total libertad creativa de cada hombre en el más estricto
sentido, en un sentido parecido al que se aplica cuando se habla en el arte
contemporáneo de la libertad de un artista. La "moral de señores"
rechaza elaborar un elenco de valores exigibles a los demás. Cada hombre ha de
realizar sus deseos y dejar que también se expresen los deseos de los demás,
sin códigos verdaderos previos. Es obvia la dificultad de una propuesta de este
tipo. Para entenderla mejor podemos compararla a la excelencia de un deportista
en cualquier tipo de juego: un deportista, en buena lid, es un buen deportista
si deja que las habilidades de los demás deportistas se manifiesten. En este
juego libre vencerá o será vencido. Siempre con grandeza, con señorío.
Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, dominick joseph r., editorial, mc graw hill, octava edición.