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miércoles, 30 de mayo de 2012

La televisión por cable


Los comienzos de la televisión distribuida a través de sistemas de cables tuvo su origen hacia finales de la década de 1940 en EEUU. El objetivo inicial era hacer llegar las imágenes televisivas a aquellas localidades que por cuestiones topográficas quedaban “a la sombra” de la difusión de las estaciones hertzianas.

En la televisión por cable es el televidente quien paga por la instalación del sistema, además de abonar una cuota mensual por el acceso al servicio. Dicho abono se incrementa si el suscriptor desea recibir otras señales catalogadas como premium (por ejemplo, películas de estreno, espectáculos deportivos o musicales, etc).

Se suelen distinguir tres fases en el desarrollo de la televisión por cable:

Primera fase: el cable coaxial se utiliza como prolongación y mejora de las emisiones hertzianas de televisión; varía cronológicamente según los países pero genéricamente llega hasta finales de la década de 1960. Se trata de operadores unidireccionales, emplazados en áreas rurales y ciudades pequeñas, que garantizan la recepción de algunas señales de televisión.

Segunda fase: iniciada durante los primeros años de la década de los 70, se caracterizó por la especialización de la oferta (largometrajes, música, noticias, etc.) y porque las emisoras de cable se ven obligadas a producir programación propia (en los EEUU) y a pagar derechos de transmisión de los programas de televisiones internacionales (Europa). Paulatinamente el cable va expandiéndose entre ciudades densamente pobladas.

Un cambio de singular importancia en la historia del desarrollo de la televisión por cable se produjo en septiembre de 1975 cuando Home Box Office (HBO), alquiló una conexión con el satélite Satcom I, lo que indirectamente permitió dejar de pensar en el cable como parte de la iniciativa local de televisión y comenzar a hablar de una “Nación cableada”. Mediante esta operación HBO se colocó a la altura de las tres grandes cadenas estadounidenses y se convirtió en el modelo a seguir por otras compañías.

En Europa, desde los orígenes de los años sesenta Holanda, Suiza y sobre todo Bélgica han estado a la cabeza del cable del Viejo Continente. En Bélgica, el Estado obligó a que cada operadora, además de canales estrictamente locales, incorpore en su oferta canales de libre acceso de los ciudadanos así como otros de televisión internacional tales como televisión francesa y de Radio Tele Luxemburgo (en alemán) e incluso españolas.

Tercera fase: desde mediados de los años ochenta hasta la actualidad, la relación entre emisoras, a través de su oferta de programas y servicios, y audiencias se está volviendo cada vez más interactiva (acceso de banda ancha a Internet, elección de idiomas, etc.). Esta novedosa relación es posible gracias a la digitalización, parcial o total de la red, en gran parte posible a partir de la incorporación del cableado con fibra óptica. Asimismo, se produce una complementariedad, ya presente en la etapa anterior, y, en algunos casos, una simbiosis entre los operadores de televisión por cable y los operadores de televisión por satélite.

Actualmente, en EEUU hay unos 73 millones de hogares abonados a empresas de televisión (un 70 por ciento de los hogares estadounidenses). Por su parte, Japón cuenta con unos 15 millones de suscriptores, una penetración sobre el 30 por ciento de los hogares. Mientras que en la UE son más de 50 millones los abonados, con penetraciones en los respectivos mercados que van desde cifras cercanas o superiores al 90 por ciento en países como Bélgica, Holanda o Luxemburgo, a presencias meramente testimoniales de un 4 como España e Italia.


Bibliografía: La dinámica de la comunicación masiva, Dominick Joseph R., Editorial, Mc Graw Hill, octava edición.

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